El doctor Craig Spencer (Erik Pendzich/Shutterstock) (Erik Pendzich/Shutterstock/)“Sobreviví al Ébola. Temo al COVID-19”. Craig Spencer, director de Salud Global en Medicina de Emergencia del Hospital Presbiteriano de Nueva York, conoce en primera persona lo que es sufrir una epidemia. En 2014, con 33 años, contrajo el virus del Ébola en Guinea, donde formó parte de una misión de Médicos Sin Fronteras (MSF) para tratar a pacientes con ese virus. Fue el primero en Nueva York con esa enfermedad. El 23 de octubre de ese año fue hospitalizado, y recibió el alta a mediados de noviembre.A raíz de esa experiencia personal, y de lo que actualmente está viviendo a diario en el hospital, Spencer relató cómo es “un día en la sala de emergencias luchando contra el COVID-19” en un video animado elaborado por la cadena Al Jazeera.La jornada laboral comienza muy temprano, a las ocho de la mañana. El doctor sabe que le espera un día largo, como tantos otros. Arranca el día con el silencio y la soledad de las calles de Nueva York, mientras se dirige al hospital. Calma que durará poco.Al llegar al hospital, se pone la máscara e ingresa a la unidad de emergencia. Los síntomas que presentan los pacientes -tanto jóvenes como adultos- son similares: tos, falta de aire, y fiebre. Pero hay especial preocupación por un paciente.“Le falta el aire con la máxima cantidad de oxígeno que se le puede dar. Aún así respira rápido. Evalúo inmediatamente a este paciente. Está claro lo que es y lo que tiene que pasar. Tengo una larga y honesta conversación con el paciente y su familia por teléfono. Es mejor ponerla en soporte vital ahora, antes de que las cosas empeoren mucho más. Te preparas para eso, pero te notifican que otro paciente va a venir. También está extremadamente enfermo, vomitando. Necesita ser puestos en soporte vital también. Dos pacientes en habitaciones contiguas, ambos con un tubo de respiración. Aún no son ni las 10 de la mañana”. Estados Unidos es el país con más infectados por coronavirus en todo el mundo, con más de 1,6 millones de casos (REUTERS/Brendan McDermid) (BRENDAN MCDERMID/)Durante toda la jornada, a cada hora Spencer recibe notificaciones de nuevos pacientes: “Notificación inmediata: paciente muy enfermo, falta de aire, fiebre, oxígeno 88%. Notificación inmediata: baja presión sanguínea, falta de aire, poco oxígeno. Notificación inmediata: oxígeno bajo, no puede respirar, fiebre”. Un par de horas después de haber comenzado su turno, se da cuenta que no había tomado agua. Pero tiene miedo de quitarse la máscara, “es lo único que te protege”. En ese momento recuerda en qué condiciones trató pacientes de Ébola en África: “Puedo esperar un poco más. En África occidental, durante el Ébola, pasabas horas en un traje caliente sin agua”. Al final de la tarde ya necesita comer algo. Lo hace lo más rápido posible. Se vuelve a poner la máscara y el equipo de protección, y regresa a su trabajo.“Casi todos los que vemos hoy son iguales. Asumimos que todos tienen COVID-19. ¿Adónde fueron todos los pacientes con ataques cardíacos y apendicitis? Todo es COVID. A todos se nos pide que hagamos cosas que nunca hemos hecho antes. Tratar de predecir qué paciente con COVID empeorará si lo envías a casa y cuál no”.Luego, volver a hablar con la familia del paciente en estado crítico y esperar el trágico desenlace: “Hablo con los miembros de la familia. Largas conversaciones sobre los posibles resultados. Los escucho sollozar. No están aquí para despedirse cuando piden que se retire el tratamiento. Los conectamos por FaceTime para que puedan despedirse. Detenemos los goteos. Apagamos el ventilador y esperamos. Tus manos sobre las suyas. Piensas en su familia en casa sollozando. Alguien empieza a rezar. No puedes evitar llorar. Hora de la muerte: 7.19 pm”.Spencer reconoce que en esos momentos piensa en sus colegas que luchan a diario contra el coronavirus “sin equipo de protección personal, sin respiradores”. “Algunos han sobrevivido. Desafortunadamente, otros no lo han hecho”.Se termina su jornada. Firma la salida, y antes de retirarse limpia todo: teléfono, placa, billetera, taza de café. Todo. Al salir, ya sin máscara ni traje de protección se siente “desnudo y expuesto”. Llega a su casa, y lo primero que hace es quitarse la ropa en la entrada. “Mi esposa trata de mantener a nuestro hijo alejado, pero no me ha visto en días, es muy, muy difícil”. Después de una ducha caliente, es “tiempo de familia”. Pero el temor sigue. Por la alta exposición, por las trágicas historias que ve todos los días, por lo que vivió años atrás con el Ébola…Spencer relató cómo es un día en el hospital luchando contra el coronavirus (REUTERS/Eduardo Munoz) (EDUARDO MUNOZ/)Por eso, Spencer aprovechó el video para enviar un fuerte mensaje de concientización: “Llegamos demasiado tarde para detener este virus. Punto final. Pero podemos frenar su propagación. Quédense dentro. El distanciamiento social es lo único que nos salvará ahora”. “Sobreviví al Ébola. Temo al COVID-19. Este virus no sólo ha infectado a gente de todo el mundo, sino que ha acentuado las desigualdades que han existido durante demasiado tiempo. En este momento de crisis global, necesitamos solidaridad global. Y nunca, nunca, los científicos, los proveedores de primera línea, los trabajadores de la tienda de comestibles, las personas que hacen todo lo que pueden cada día para mantener nuestra sociedad funcionando durante todo esto, nunca han sido vistos como los héroes que realmente son”, concluyó.Tedros Adhanom Ghebreyesus, director de la Organización Mundial de la Salud (OMS), se hizo eco de este relato con un mensaje en sus redes sociales para Spencer y todos los trabajadores sanitarios que atienden a los pacientes con coronavirus: “Otra desgarradora ilustración del día de un trabajador de la salud durante el COVID-19. Gracias Craig Spencer por su valentía y por compartir su historia con el mundo. Estamos a su lado y al de sus colegas. Gracias por todo lo que haces para mantenernos a salvo. #Gracias a los Héroes de la Salud”.MÁS SOBRE ESTE TEMA:La OMS suspendió temporalmente los ensayos clínicos de hidroxicloroquina por “seguridad”Tras el fallecimiento de tres niños, se está investigando un desconcertante síndrome causado por el coronavirusEl Instituto de Wuhan admitió que estudiaba tres cepas de COVID-19, pero aseguró que no inició la pandemia