Rosa Luna junto a sus nietos, Rubie y Oscar (Foto: Facebook @DoraVelazquez-Reaza)En la década de 1970, Rosa Luna abandonó su hogar en la ciudad mexicana de Fresnillo, Zacatecas, para empezar una nueva vida en EEUU. Llegó al país vecino sin dinero y sin saber inglés, pero poco a poco, se las ingenió para aprender el idioma y conseguir un permiso de trabajo. Con el tiempo, incluso, se convirtió en ciudadana estadounidense. Durante 25 años, la migrante de origen mexicano trabajó en las labores de limpieza del Hospital Comunitario de Riverside, en California. Después de comenzar la pandemia de COVID-19, una de sus tareas principales en la clínica era desinfectar las habitaciones en las que habían estado internados los pacientes con la enfermedad. “En el hospital todos decían que ella era la mejor haciéndolo y siempre le daban los trabajos que requerían una limpieza más profunda”, explicó su hija, Dora Velazquez-Reaza, en declaraciones al diario digital La Opinion.Rosa Luna en una imagen junto a su hija Dora y sus dos nietos (Foto: Facebook Dora Velazquez-Reaza)Un día de finales de abril, Rosa Luna se encontraba cubriendo su turno cuando comenzó a sentirse mal. A mitad de la jornada, le pidió a su jefe permiso para irse a casa. No tenía fiebre, pero le dolía la cabeza y el cuerpo. “Mi madre se fue bien de la casa, y regresó sintiéndose muy mal”, recordó Velázquez-Reaza. Los días pasaron y la temperatura no subió. Tampoco padecía tos, pero le dolía la nariz y sentía una fuerte jaqueca. Poco después, perdió el olfato y comenzó con diarreas. “No podía oler, no tenía sabor en su boca, no le podía dar de comer, me decía que estaba malo, que sabía rancio”, dijo la hija de la migrante mexicana en entrevista para Univisión. Aunque su madre insistía en que no estaba tan enferma como para ir a urgencias, el 26 de abril decidieron no retrasar más la visita al doctor. En la clínica, le hicieron una prueba de COVID-19 que dio positivo. Después, su médico de familia le repitió los exámenes y confirmaron el primer resultado. (Foto: Facebook Dora Velazquez-Reaza)El 4 de mayo, Rosa Luna falleció por complicaciones del coronavirus, a los 67 años.Según explicó su hija, la migrante mexicana padecía diabetes. A pesar de ello, se cuidaba mucho por su enfermedad, y nunca le subía el azúcar. “Era la más sana de todos nosotros”, aseguró. A pesar de que padecía una patología previa, y llevaba a cabo una tarea de alto riesgo desinfectando las habitaciones de los enfermos, en el hospital solo le dieron un cubrebocas normal, y no uno profesional, denunció Dora. Aunque algunos de sus compañeros ya habían presentado síntomas de COVID-19 y habían sido aislados, la clínica no le realizó pruebas de diagnóstico a todo el personal. “Yo considero que debieron haberle realizado la prueba a todos desde ese momento”, dijo la hija de Rosa Luna. A través de Facebook, Dora Velázquez-Reaza contó que tuvo que bloquear a algunos usuarios que cuestionaron su historia en la red social, y que no creyeron que su madre hubiera muerto por COVID-19. Sin embargo, ella asegura que el certificado de defunción y los tests respaldan su versión. “El coronavirus existe, es una enfermedad muy fea. Se llevó a mi mamá en cinco días”, dijo Dora a Univisión. “Ustedes tienen que creer, no quieren que sus hijos, sus familiares sufran así, mi mamá murió en agonía, sufrió en agonía. Esto no es como la gripe, es mil veces peor”.Según cifras publicadas este martes por la Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE) de México, en EEUU han muerto un total de 959 mexicanos a causa del COVID-19. Nueva York, con 641, California, con 87, e Illinois con 66, son los estados que registran mayor número de decesos de mexicanos desde el inicio de la pandemia. MÁS SOBRE ESTE TEMA: Los modelos predictivos hasta mediados de junio proyectan más de 113.000 muertes por coronavirus en Estados UnidosDiario en video de una agonía: el conmovedor testimonio día a día de una enfermera que murió por coronavirusUn golpe desproporcionado: 4 de cada 10 muertos por COVID-19 en Austin son latinosEl laboratorio Moderna ampliará su capital en USD 1.225 millones para financiar su ensayo de vacuna contra el coronavirus